El niño deprimido

Actores locales, Manuel Alexandre

La pequeña y solitaria campana de la iglesia redobla llamando a misa. Después de tan larga noche, la mañana ha llegado. En el campanario Paquito, el sacristán, da lecciones a los niños para que aprendan el manejo de la campana. Los niños toman notas. «Tán, tan… Fijaos bien… Distancia buena de manos, ni mucha ni poca. Tan, tan… Paquito se da cuenta de que uno de los niños está dormitando. Le reprende enfadado. «Si no apuntas, ¿cómo me vas a memorizar luego?». «Si es que estoy «deprimió» -contesta el niño malhumorado- ¡déjeme en paz!».

En el pueblo los mayores se encargan de la transmisión de los ocios a los niños. Paquito es un vocacional de lo suyo y exige de sus alumnos la máxima atención. Como si estuvieran en una clase de Derecho Mercantil, los niños deben tomar apuntes. Pero ya se sabe que esos niños tienen las edades trastocadas y uno de ellos ha caído en la depresión propia de la adoles­cencia avanzada. Y con depresión no se puede estudiar ni tomar notas. Pero también el sacris­tán lleva su parte de razón. Si no toma apuntes, luego no podrá estudiar en su casa. Tán, tán…

 

Rodaje en el coro de la Ermita de Belén (Liétor).